Jorge Maronna: Hijos míos, pescadores de la
aldea, hoy en el día de San Ictícola de los peces vamos
todos a la ermita del santo a pedirle una buena pesca, ¡vamos!
Daniel Rabinovich: La verdad, desde que le rezamos a
San Ictícola cada vez pescamos menos.
Carlos López Puccio: Antes sí que
había buena pesca por aquí, con el santo que
teníamos antes. Pero lo trasladaron.
Jorge Maronna: San Ictícola sabe que entre
vosotros hay herejes, perjuros, apóstatas, y por eso está
molesto.
Carlos Núñez Cortés: Padre, si le
molesta la “apóstata”, ¿por qué no se opera?
Daniel Rabinovich: Al
santo le molesta, no al padre.
Carlos López Puccio: Si por lo menos San
Ictícola nos pudiera dar una señal, un signo.
Carlos Núñez:
Ay, si nos da un signo, que sea el signo de Piscis.
Daniel Rabinovich:
¿Falta mucho para la hermanita del santo?
Carlos Núñez:
Hermanita, hermanita... ¡la ermita del santo! La ermita, la
ermita, la capilla, el santuario.
Jorge Maronna: Ya estamos
llegando, ya estamos, vamos, adelante, vamos, falta poco.
Carlos Núñez:
Oh, oh, oh
Todos:
San Ictícola de la mar
San Ictícola de los Peces
Te queremos solicitar
Que nos des una buena pesca
Al contrario que otras veces
No nos vuelvas a fallar
Con fervor y con fe
Te venimos a rezar
Pero tú también
Pon un poco de voluntad
Carlos Núñez:
Oh, oh, oh
Todos:
San Ictícola de la mar
San Ictícola de los Peces
No nos vuelvas a fallar
Jorge Maronna: Ya llegamos, detengaos, detenedos,
¡detente, pescador!
Carlos López Puccio:
Qué mamita amorosa... qué marmita de morsa... qué
marmota Marisa... ¡qué ermita más hermosa!
Jorge Maronna: Hijos
míos...
Daniel Rabinovich: Padres
nuestros...
Jorge Maronna: Hoy, en el
día de San Ictícola de los peces, hemos venido todos a
pedirle al santo una buena pesca, y ¿a santo de qué hemos
venido en el día del santo? Hemos venido para rezarle al santo
en su santo.
Todos:
San Ictícola de los Peces
En tu día te imploramos
Cumple nuestros pedidos
Cumple nuestros ruegos en tu día
¡Cumpleaños feliz!
Jorge Maronna: Hijos míos, cada vez pescamos
menos y debemos tomarlo como un verdadero milagro. Pero no, no de la
multiplicación de los peces, sino de la división de los
peces.
Carlos Núñez:
Los peces se dividen en Ciclóstomos, Elasmobranquios y
Osteictios, que...
Jorge Maronna: Cada vez
pescamos menos, y la culpa es de vosotros.
Daniel Rabinovich:
Siempre tenemos la culpa nosotros.
Jorge Maronna: Porque
vivis en pecado.
Carlos López Puccio:
No, no, padre, vivimos del pescado.
Jorge Maronna: Oremos:
San Ictícola de los peces, ten piedad de estos pobres pecadores.
Todos: San
Ictícola de los peces, ten piedad de estos pobres pecadores.
Jorge Maronna: Te
confesamos todas nuestras faltas.
Todos: Falta ropa, falta
comida, falta dinero.
Jorge Maronna: San
Ictícola de los peces, nos retractamos de las ofensas inferidas
a nuestros padres, a nuestros hermanos.
Todos: A nuestros padres,
a nuestros hermanos, nos retractamos.
Jorge Maronna: A los
hijos, a los cónyuges.
Todos: A los hijos, a los
cónyuges, nos retractamos.
Jorge Maronna: A los
tios, los primos, los sobrinos, los cuñados, los suegros, los
yernos, las nueras.
Todos: Sí, nos
retractamos.
Daniel Rabinovich: Se ve
que es un retracto de familia.
Jorge Maronna: San
Ictícola de los peces, perdona a estos pecadores inicuos,
impíos, perjuros, perversos, despreciables, degenerados.
Todos: No le creas, no es
para tanto.
Jorge Maronna: Y ahora,
ahora cantemos.
Todos:
San Ictícola de los peces
danos pescado abundante
o caeremos en la
tentación de la carne
y la maldición del
colesterol.
Alabado sea el lenguado
y alabao el bacalao
luz divina a la sardina
divina luz a la merluza.
Jorge Maronna: Entonemos
grandiosos salmos, salmones, y loas al atún.
Todos:
Loas atún, loas
atún,
atún, atún, a tu
nombre.
Jorge Maronna: Hijos,
ahora les voy a leer la vida de San Ictícola.
Daniel Rabinovich:
¿Toda, padre?
Jorge Maronna: Don
Ictícola Fiorentini fue un honesto mercader que vivió en
La Toscana en el siglo XI, que descubrió su vocación
religiosa el día en que casi muere atragantado por una espina de
besugo. Su abnegada esposa salvó su vida extrayéndole la
espina. Pero esos instantes de pánico le causaron una tremenda
impresión. Ictícola nunca había visto tan de cerca
a la muerte, ni a su esposa. Entonces decidió tomar los
hábitos, decidió tomar los hábitos sobre todo el
hábito de no comer pescado, y comenzó su prédica,
la prédica contra el consumo de todo tipo de pescados y
mariscos, desde el pulpito... ¡desde el púlpito! En 1614
fue canelonizado... ¡canonizado! como San Ictícola de la
mar, protector de los peces, encargado de mantenerlos alejados de las
redes de los pescadores. Es por esto que la devoción a San
Ictícola de los peces está contraindicada en comunidades
de pescadores. ¡Oohh!
Carlos Núñez:
Y, y... ¿se puede saber qué estamos haciendo acá?
Daniel Rabinovich: Hace
20 años que venimos a la hermanita...
Jorge Maronna: Caramba,
es que no lo había... no lo había leido nunca.
Carlos Núñez:
¡Esto es un desastre!
Jorge Maronna: No, no, es
un pequeño descuido sin importancia.
(Todos protestan)
Jorge Maronna:
Está bien, estoy en deuda con vosotros. Pero
¡debéis perdonar a vuestros deudores! Además, ego
me absolvo.
Carlos Núñez:
Así que San Ictícola era el que nos estropeaba la pesca.
Daniel Rabinovich:
¿Viste, Patricio?
Carlos Núñez:
Tan santito que parecía.
Carlos López Puccio:
¿Y ahora qué hacemos?
Carlos Núñez:
Qué sé yo...
Jorge Maronna: Ah, me
hablaron muy bien de otro santo, San Cocho del pescador. Un cura amigo
me pasó el santo. Sí, sí, me dijo que tiene la
ermita muy cerca de aquí, vayamos a la ermita.
Carlos López Puccio:
Pero ¿estará abierto?
Carlos Núñez:
Sí, domingo debe estar abierto.
Daniel Rabinovich:
Sí, así debe estar.
Carlos López Puccio:
Sí, habría que haber reservado.
Jorge Maronna: No, no,
no, vayamos, ten fe, vamos a la ermita.
Daniel Rabinovich: Pero
no podemos ir con las manos vacías, deberíamos llevarle
una ofrenda importante, para causarle buena impresión.
Jorge Maronna: No hace
falta, hijo, recuerda lo que dice el refrán.
Carlos Núñez:
Oh, oh, oh
Todos:
A San Cocho le daremos
en limosna chucherías
que no tengan mucho valor
que si la limosna es grande
hasta el santo desconfía
viva San Cocho el pescador.