Les Luthiers, luego de 40 años en plena vigencia

Fiel a su historia, el grupo Les Luthiers estrenó su nuevo espectáculo en Rosario. "Lutherapia" se presentó (y se presentará) viernes, sábado y domingo con un público entusiasmado que recibe lo que va a buscar: humor inteligente, intelectual y sorprendente. Después de 40 años de trabajo, Daniel Rabinovich, Marcos Mundstock, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés y Carlos López Puccio no han perdido ni un céntimo de su maestría sobre el escenario, aunque su handicap seguramente no esté allí: está en la creatividad para recrear historias, musicalizarlas e inventar instrumentos que desatan andanadas de aplausos a cada rato.

El concierto está engarzado mediante las sesiones de psicoanálisis a las que Rabinovich se somete bajo la supervisión de Mundstock. Lo desvela un trabajo que le han encargado. Nada menos que "La influencia de la semiología estructuralista en la obra de Johann Sebastian Mastropiero".

Así, el recorrido por el inconciente de Rabinovich comienza con la opereta medieval "El cruzado, el arcángel y la harpía". Sonidos de música celta se mezclan con un López Puccio al frente de un ejército de cristianos en desigual batalla con el sultán Saladino por la reconquista de Jerusalén. El primer acto y el comiquísimo arcángel Manuel de Nuñez Cortés dejan en claro el estilo que los Luthiers construyeron hasta aquí. Juegos de palabras, personajes delirantes y humor repentino siguen siendo una fórmula eficaz.

La llamada galopa psicosomática "Dolores de mi vida" pinta un paciente con bajas defensas y enfermedades de todo tipo cuando la novia lo abandona. Rabinovich aprovecha para poner en funcionamiento una marca registrada del grupo: los diálogos en medio de las canciones que rompen con el relato pero no con la rima.

Rock y blues. El vals geriátrico "Pasión bucólica" es un mano a mano de Nuñez Cortés y Maronna donde interpretan a Clarita y Rosarito, dos ancianas que se encuentran para tocar música, por ejemplo, con bongos en las asentaderas de las sillas y cajas de percusión en un perchero. Y antecede a "Paz en la campiña", una balada mugida y relinchada sobre el estrés con fragmentos de hard rock y una climatológica puesta lumínica.

La marcha prenupcial "Las bodas del rey Pólipo" recuerda a otras obras donde dos trovadores cantan a una doncella, en este caso Bicisenda, el amor del soberano con equívocos de esperar y "Rhapsody in balls" estrena la primera gran ovación. Un xilofón hecho con pelotas de plástico, el bolarmonio, es el instrumento con el que Maronna compite con un Núñez Cortés al piano aportando a un rockero que hace blues, con caritas incorporadas.

Juego de palabras. Siempre con los sillones rojos del supuesto consultorio marcando los finales y los inicios de cada acto, llegará uno de los mejores momentos del show con un texto tan ingenuo como inteligente. "La verdadera historia del flautista y las ratas" juega con cacofonías inventadas y deformaciones de palabras mientras que la cumbia epistemológica "Dilema de amor" remite rápidamente a la "Cumbiera intelectual" de Kevin Johansen donde los nombres de filósofos son los disparadores de la comicidad. Luego, "Aria agraria" tiene una letra que junta palabras para hacerlas sonar como un tarareo, un paso anterior al exorcismo sinfónico-coral "El día del final". Un gran idem con el anticristo como protagonista y donde aparece la exorcítara, un instrumento capaz de repeler demonios. Allí Les Luthiers sorprende con una especie de arpa muy especial. Son barras lumínicas a las que se le manipula el ruido producida por la corriente eléctrica.

La ovación era previsible. El bis llegó con la bolera (femenino del bolero) "Ya no te amo, Raúl" que bromea con el género de las palabras y pone un punto final apoteósico. "Lutherapia" debutó en el Astengo con muy buen pie y se proyecta como una excelente oportunidad para ver a Les Luthiers en plena vigencia. Nada menos.

Orlando Verna
(Publicado en www.lacapital.com.ar el 25 de agosto de 2008)


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