El rey enamorado
(Disco/Vídeo "Hacen muchas gracias de nada")


Ficha de la versión 
Obra El rey enamorado
Versión

Disco/Vídeo "Hacen muchas gracias de nada"
Espectáculo

Les Luthiers hacen muchas gracias de nada
Fecha Viernes, 24 de octubre de 1980
Duración 00:08:00

Texto de carátula del disco: Comienza con El Rey enamorado, en el estilo del teatro isabelino, que haría sonreir satisfecho al mismísimo Shakespeare: jamás podría darse cuenta -ni él ni nadie- de que esta parodia trata de involucrarlo.


Marcos Mundstock: (En off) A continuación, un fragmento del drama "Enrique VI", de William Shakehands. Escena séptima del cuadro tercero del acto primero: el Rey Enrique VI ha rezado la novena en su cuarto; después de unos segundos atraviesa la quinta.

(Aparecen en escena Ernesto Acher y Jorge Maronna)

Ernesto Acher: Ven, juglar, acerquémonos al balcón de María para darle una serenata. María, María, mírala… ¡Que bella plebeya! ¿Debo abdicar al trono por amor a ella? ¿Vale acaso más una fría corona que un solo reflejo de sol en los dorados cabellos de María Blessing?
Jorge Maronna: Y… más o menos…
Ernesto Acher: ¡Oh, dolientes espíritus! ¡Oh, sempiternos gemidos! Acudid en mi ayuda, decidme qué debo hacer en este momento aciago… ¡Así hago algo…! Mira, juglar, mira la calavera. ¿Sabes a quién perteneció? ¿Lo sabes, lo reconoces?

(Jorge niega con la cabeza)

Ernesto Acher: Es cierto, está un poco demacrado. En vida fue Jerry, el bufón. Su vida fue una fastuosa juerga, una interminable orgía…
Jorge Maronna: ¡Picarón!
Ernesto Acher: ¿Sabes por qué su descarnada boca permanece muda? Porque calavera no chilla. ¡Oh, oh gloriosos antepasados, ayudadme! Apiádate de mí, tú, Godofredo, el Mulo, príncipe normando célebre por el hallazgo de Abdulamán en las cruzadas… veintiuno horizontal, nueve letras… ¡María, María! ¡La corona, la corona…! ¿Pero qué importa una corona si el resto de la dentadura está sana? El trono, la gloria vana, el oropel vacuo… ¡Mira, mira, juglar! Mira la estatua que me inmortaliza sobre brioso corcel… Yo, en mi vanidad, ordené que gastaran los dineros del reino en una estatua ecuestre… “Cuestre lo que cuestre”. Mira, mira las figuras: el rey, el caballo… sólo falta la sota. Por los acantilados de Dover navega Eric, el Rojo, con la codicia en los ojos y una flor en el pullover. María, María, dime: ¿Por qué tanta ternura rodeada de tanta insidia, mezquindad y cuchicheos? Que el duque de Boicharment y el marqués de Coligny se reunieron en Calais para concertar una alianza… ¡Ja, qué ingenuidad! Asustar a un inglés con la alianza francesa. ¿Franceses a mí? Todavía recordarán aquél durísimo encuentro junto al Arco de Triunfo. ¡Qué memorable jornada! Chateauvieux, Fouchèe, Petitfour… uno tras otro fui eliminando a mis rivales, y ya solo frente al arco... ¿Pero qué cobró? ¿Qué cobró tantas vidas? ¿Qué segó tantos sueños? ¡El poder! ¡El trono! ¿El trono o María? Al fin y al cabo el trono lo quiero para posarme sobre él y satisfacer mis deseos, los más sublimes y los más perversos. En cambio a María la quiero para… ¡Caramba, qué coincidencia! Ven, juglar, acércate. Mira, quisiera cantarle a María pero el destino me ha castigado con dura mano en mi inspiración musical. Ruégote, ponle música a mis inspirados versos a María.

(Jorge comienza a tocar una mandolina y repite con música los versos de Ernesto)

Ernesto Acher: Por ser fuente de dulzura
Jorge Maronna: Por ser fuente de dulzura
Ernesto Acher: Por ser de rosas un ramo
Jorge Maronna: Por ser de rosas un ramo
Ernesto Acher: Por ser nido de ternura, oh, María, yo te amo
Jorge Maronna: Por ser nido de ternura, oh, María, yo te amo

(Ernesto mira indignado a Jorge y le dice en voz baja que es él quien ama a María, por lo que Jorge rectifica de inmediato)

Jorge Maronna: ¡Oh, María, él la ama!
Ernesto Acher: Ámame como yo te amo a ti
Jorge Maronna: Ámelo, como él la ama a usted
Ernesto Acher: Y los demás envidiarán nuestro amor
Jorge Maronna: Mmm… y todos nosotros envidiaremos el amor de ustedes

Ernesto Acher: Oh, mi amor, María mía
Jorge Maronna: Oh, su amor, María suya…
Ernesto Acher: Mi brillante, mi rubí
Jorge Maronna: Su brillante surubí
Ernesto Acher: Mi canción, mi poesía, nunca te olvides de mí
Jorge Maronna: Su canción, su poesía, nunca se olvide de... su

Ernesto Acher: Tú estás encima de todas las cosas, mi vida.
Jorge Maronna: Usted está encima de todas las cosas subida
Ernesto Acher: Eres mi sana alegría
Jorge Maronna: Usted es Susana… eh… María, alegría…

Ernesto Acher: Mi amor
Jorge Maronna: Su amor
Ernesto Acher: Mi tesoro
Jorge Maronna: Su tesoro
Ernesto Acher: Mímame
Jorge Maronna: Súmame… ¡Súmelo!

Ernesto Acher: Tanto tú, te me metes en lo más hondo de mí…
Jorge Maronna: Tanto usted…
Ernesto Acher: …que ya no sé si soy de mí o si soy de ti…
Jorge Maronna: Tanto usted…
Ernesto Acher: …si tú me amaras a mí, amarías en mí aquello que amamos nosotros y envidiáis vosotros y ellos…
Jorge Maronna: ¡Ámelo!

Ernesto Acher: Cuando miras con desdén
Jorge Maronna: Cuando mira con desdén
Ernesto Acher: Pareces fría, sujeta
Jorge Maronna: Parece fría su ... su cara
Ernesto Acher: Por ser tan grandes tus dones no caben en mí, mi bien
Jorge Maronna: Por ser tan grandes sus dones no caben en su soutién.

Ernesto Acher: ¡No, no!
Jorge Maronna: No, no…
Ernesto Acher: ¡Tunante!
Jorge Maronna: Sunante…
Ernesto Acher: ¡Miserable!
Jorge Maronna: Suserable…
Ernesto Acher: ¡Guardias, a mí!
Jorge Maronna: Mmm… ¡Guardias, a él!

(Aparecen en escena Marcos y Carlos Núñez, que se llevan a Ernesto)

Ernesto Acher: ¡No, no!
Jorge Maronna: No, no, no, no…


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